Los sistemas de aislamiento y supresión química se utilizan para detectar y suprimir explosiones o incendios dentro de los sistemas de captación de polvo y proteger así el captador de polvo y la instalación en general. Suelen utilizarse cuando no es posible ventilar de forma segura una explosión o cuando el polvo es nocivo o tóxico. El sistema supervisa continuamente las presiones y temperaturas del sistema y, cuando detecta condiciones extremas, se activa en milisegundos y libera un agente químico para extinguir las llamas antes de que se produzca una explosión.
Casi todas las aplicaciones industriales de fabricación, procesamiento o envasado generan polvo como efecto secundario. Muchos de estos polvos son tanto combustibles como explosivos, y eliminarlos del lugar de trabajo puede reducir significativamente el riesgo de accidentes graves. Se calcula que cada año se producen unas 2.000 explosiones de polvo en Europa.
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