Un banco de pruebas conforme al estándar 199 elimina las conjeturas
Los expertos del sector calculan que un 80 % de todos los captadores de polvo no funcionan de manera satisfactoria. Diseñar y seleccionar equipos de recogida de polvo es una tarea complicada. Requiere un análisis exhaustivo del polvo y otros contaminantes en suspensión, de las condiciones operativas del sistema y muchos otros factores. Sin embargo, muy a menudo las decisiones sobre estos equipos se basan en conjeturas, por lo que los captadores de polvo no rinden según lo esperado.
Las pruebas conforme al estándar 199 comparan los captadores de polvo basándose en condiciones operativas y datos de rendimiento reales sobre las emisiones, la caída de presión, el uso de aire comprimido, el consumo de energía y las lecturas de emisiones. Este estándar se aplica a los captadores de polvo industriales que emplean la limpieza por impulsos para reacondicionar el medio filtrante, de forma que el captador pueda seguir funcionando. Armado con estos datos comparativos sobre el funcionamiento, los costes de energía y las emisiones de partículas, puede tomar decisiones a largo plazo más informadas que le permitan reducir el mantenimiento, el uso de consumibles y los costes de eliminación.
La presión diferencial, que se mide en kilopascales (kPA) o libras por pulgada cuadrada en el sistema anglosajón (Psi), es la energía necesaria para desplazar un volumen determinado de agua a través de un sistema. Cuando las lecturas de la presión diferencial son elevadas, también lo son los costes operativos. Un filtro primario para un captador de polvo bien diseñado y fabricado correctamente puede liberar polvo durante el ciclo de limpieza de impulsos inversos y reducir la frecuencia de limpieza, lo cual ayuda al sistema a mantener una caída de presión baja durante todo el ciclo de vida del filtro.
Se miden en miligramos por metro cúbico de aire o mg/m³, y expresan la cantidad de material que pasa a través de los filtros del captador de polvo durante el funcionamiento normal. Medir las emisiones puede ayudar a cumplir ciertas normativas de la EPA.
La cantidad de aire comprimido consumida, medida en m³, puede servir como indicador de la cantidad de energía necesaria para accionar el sistema de limpieza por impulsos. Esta medición indica la efectividad del sistema de autolimpieza, ya que una limpieza por impulsos más eficiente consume menos aire comprimido.
Se mide en kWh durante todo el transcurso de la prueba. Un menor consumo de energía supone menos costes de energía totales. Se necesita energía para operar el sistema de limpieza por impulsos del filtro del captador de polvo, el ventilador que hace pasar el aire por el sistema y el accionamiento de frecuencia variable que ayuda a mantener un flujo de aire y una presión estática constantes. Una limpieza por impulsos más eficiente y una menor caída de presión media en todos los filtros reduce la cantidad de energía que necesita el ventilador, prolonga la vida de servicio del filtro y reduce el consumo de energía total.